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miércoles, 9 de enero de 2013

El Paraíso

Oí hablar de religiones y decían:
Si quieres que la gente lo siga tienes que ofrecer el Paraíso
Yo lo que creo es que estamos en él.

El Paraíso es lo que la gente busca, cada vez menos, en la religión.
Para mí éste está en la Tierra, es nuestra vida, una vida que tiene que ser feliz, esa felicidad, sentida en nosotros mismos, es el Paraíso.
Un religioso puede decir que no, que el Paraíso existe tras la muerte, pero lo que dice nunca es demostrable, por lo que no le podemos dar peso. El único paraíso que existe es el que podemos ver, por lo menos para los vivos, que es lo que somos.
Pero el mundo no es Paraíso para casi nadie, lo cual está fatal.

Somos una raza de animales que tienen consciencia de sí mismos, somos un conjunto de partículas que no se distinguen en nada a otras partículas que no tienen consciencia en conjunto. No sé si me explico, somos dioses, somos vida inteligente en este universo que es el Paraíso. Cada ser humano es un dios, porque puede cambiar el mundo a su antojo, podemos crear y destruir, y podremos crear todo en el futuro, lo imaginable y más.
Razonado esto, cabe razonar también que estamos en error, que en este mundo todos deberíamos vivir como los dioses que realmente somos, el mundo debería ser como el monte Olimpo, un monte Olimpo más grande y lleno, pero todos viviendo bajo los derechos de ser un dios.
Claro que ésto se ve muy lejos, estos dioses que viven en el mundo son muy parecidos a los antiguos dioses humanizados de las culturas griega y romana, son avaros, egoístas  tristes, explotadores, bárbaros,... y un sinfín de cosas espantosas.
Sin embargo, nuestro comportamiento es explicable, llevamos mucho tiempo poblando el Paraíso y hasta hace muy poco no existía para casi nadie, explicación para casi nada.
Éso es y fue una ventaja para el egoísta, el que cree que su consciencia es la única que vive. Así se beneficiaron, se aprovecharon de la mentira. Y la gente se sometió creyendo verdad la mentira.
Así nacieron las religiones, tanto bienintencionadas como malintencionadas, y las leyes, lo mismo.
El pueblo, ignorante, sigue las cosas bienintencionadas. Pero el aprovechado tergiversa estas cosas bienintencionadas en su propio beneficio, así se modificaron las religiones, se crearon cargos, títulos, poderes... injusticias basadas en la mentira, en la tergiversación de ideas bienintencionadas que ya eran mentira, locura o intento de cambiar este injusto Paraíso.

A mí personalmente me gustaría cambiar las cosas, eliminar todas esas mentiras que pueblan la Tierra y hacer que el lugar donde vivimos los humanos y otras razas de pequeños dioses sea de verdad un Paraíso.




Bueno... hacía ya tiempo que no escribía nada, espero que os guste lo que traigo para retomar mi blog. La verdad es que no está muy bien escrito... es porque hace tiempo que lo escribí, ésta fue una de las primeras cosas que escribí cuando empecé con mi libreta de pensamientos.

Espero no tardar en publicar de nuevo. Un saludo amigos

lunes, 22 de agosto de 2011

Pensamiento libre


El pensamiento libre me parece una de las cosas más importantes y más atacadas del ser humano, todo lo que trata de convencer sin razón al individuo supone un ataque a su libertad de pensamiento, y es algo muy extendido. A quién no le ha respondido su padre alguna vez: “porque sí” o “porque lo digo yo-que-soy-tu-padre-y-te-callas” (esta última parte normalmente así de corrido). Pues qué gran error...

Empezaré citando una curiosa historieta muy metafórica que leí hace tiempo en Microsiervos, acerca de un experimento con monos, que titulaban Monos y plátanos:

Un grupo de científicos encerró a cinco monos en una jaula, en cuyo centro colocaron una escalera y, sobre ella, un montón de plátanos.
Cuando uno de los monos subía la escalera para agarrar los plátanos los científicos lanzaban un chorro de agua fría sobre los que se quedaban en el suelo.
Pasado algún tiempo, los monos aprendieron la relación entre la escalera y el agua, de modo que cuando un mono iba a subir la escalera, los otros lo molían a palos.
Después de haberse repetido varias veces la experiencia, ningún mono osaba subir la escalera, a pesar de la tentación de los plátanos.
Entonces, los científicos sustituyeron a uno de los monos por otro nuevo.
Lo primero que hizo el mono novato nada más ver los plátanos fue subir la escalera. Los otros, rápidamente, le bajaron y le pegaron antes de que saliera el agua fría sobre ellos.
Después de algunas palizas, el nuevo integrante del grupo nunca más subió por la escalera.
Un segundo mono fue sustituido, y ocurrió lo mismo con el que entró en su lugar.
El primer sustituido participó con especial entusiasmo en la paliza al nuevo.
Un tercero fue cambiado, y se repitió el suceso.
El cuarto, y finalmente el quinto de los monos originales fueron sustituidos también por otros nuevos.
Los científicos se quedaron con un grupo de cinco monos que, a pesar de no haber recibido nunca una ducha de agua fría, continuaban golpeando a aquél que intentaba llegar hasta los plátanos.
Si fuera posible preguntar a alguno de ellos por qué pegaban con tanto ímpetu al que subía a por los plátanos, con certeza ésta sería la respuesta: «No lo sé. Aquí, las cosas siempre se han hecho así».

  Es una pena que todavía seamos tan sumamente parecidos a esos monos, hacemos muchas cosas por costumbre, tradición o conservadurismo que simplemente no tienen explicación, o si la tienen, no la conocemos.
Tengo la intuición, y lo más seguro es que esté en lo cierto, que este tipo de educación a la fuerza practicada en los monos, nos afecta a los humanos de igual o mayor manera.
Y, además, creo que en el pasado (tanto cercano como lejano) los poderosos lo sabían, una generación o dos conocen el origen de una represión, pero las siguientes ya sólo conocen esa represión, y la perpetúan. ¿De dónde venían si no todas esas normas de educación que a veces no hacíamos, escandalizando con ello a nuestras abuelas?

Hace unos días tuve por aquí comentarios de Abner, un joven buena persona, con buena educación y sospecho que testigo de Jehová que me llenó la entrada de El bien y el mal  de citas bíblicas. Al final se fue, diciendo que no era bien recibido y no volvió. Una lástima, porque para mí todas las personas y opiniones son bien recibidas, lo que no es bien recibido son los dogmas y verdades supremas indemostrables, textos bíblicos y demás (quitando el sentido metafórico de algunos pasajes que dan lecciones reales para la vida), porque para mí una de las cosas más importantes del ser humano es la capacidad de pensamiento libre, de poder analizar cualquier cosa que nos digan partiendo del desconocimiento de su validez y llegar a una conclusión personal.

Por eso las religiones me parecen ofensivas al ser humano. Los dogmas y pruebas de fe no me parecen más que cadenas al pensamiento libre.
Por eso no soy conservador (yo diría incluso que soy anticonservador) y pienso que todo lo que viene de atrás debe ser meditado por cada uno antes de ser aceptado.
Por eso mismo desconfío de los dogmas, de las religiones, del conservadurismo y hasta de las normas de educación. Lo único que para mí es válido es el criterio libre y razonado dentro de tu libertad, libertad que no termina donde te la marcan, sino donde comienza la de los demás.



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